domingo, 13 de julio de 2008

Fiorenze II

La rutina matutina sigue siendo la misma: nos levantamos a las 8.30 para estar sentados en el comedor desayunando unos croissants con mermelada, queso y nutela, con un jugo natural, un yogurt y café a las 9 en punto, para que a las 10 am poder salir del hotel.


El viernes terminamos lo que nos quedaba por ver de Fiorenze: la Santa Croce, el Ponte Vecchio lleno de joyerías a cada lado de la calle y el Giardino di Boboli del Palazzo Pitti.

Por la tarde fui a dejar todo atado para alquilar un auto para el fin de semana y de allí regresé al hotel a descansar un poco y juntarme con la Pao, pues como dice ella tenia las patas de empanada.

A eso de las 20.45 salimos del hotel rumbo a l'Osteria di giovanni, donde teníamos mesa reservada para dos personas a las 21.00 y donde el servicio como la comida fue excelente. Pagamos el módico precio de 107,00 €, pero estuvo todo exquisito. Para terminar la velada del viernes nos fuimos a tomar una copa en un bar que queda enfrente del río Fiume y de allí directos a la cama.

La jornada del sábado empezó como siempre pero con la diferencia que esta vez empezaríamos el día sentados al volante de un auto y con dirección a Sienna, un pequeño pueblo de 55.000 habitantes y a tan solo 75 kms de Fiorenze.

A diferencia de Fiorenze, Sienna esta impoluto, bien cuidado y sin la posibilidad de ir en bicicleta, pues esta construido sobre tres montículos que hace difícil el pedalear por la ciudad. Lo mejor es que dentro del casco histórico los autos tienen limitada su circularon, por lo que todo el núcleo antiguo transmite mucha paz y tranquilidad. Cosas que destacar de la ciudad: la Piazza del Campo, plaza principal con forma de concha marina, el Palazzo Pubblico-Museo Civico y el Duomo que es increible.


Almorzamos en la misma plaza y después de disfrutar un agradable paseo por sus callejuelas, nos alejamos en auto dirección Monteriggioni, una pequeña furtificación en la que hacían un evento medieval, con representación de batallas, musica de la época y todo tipo de comida y cosas típicas para comprar en la moneda de antaño.

La suerte de ir en auto es que a nuestro regreso a Fiorenze paramos en un mirador y nos sentamos a tomar algo mientras disfrutábamos de la puesta de sol con la ciudad a nuestros pies.


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