Siempre que me dicen para ir a Barcelona mi corazón estalla de alegría, pues a nadie le amarga un dulce volver unos días a casa y estar con los amigos.
El tema es que esta vez la Barcelona que yo creía la mía estaba situada en Venezuela y el trayecto para llegar eran 14 horas sufridas entre aviones y aeropuertos.
Mi particular vía crucis empezó en Santiago ayer a las 7 de la mañana con un servicio de taxi que me llevaría hasta el aeropuerto Arturo Merino Benítez de Santiago.
Mi primer vuelo salía a las 09.50 de la mañana con rumbo al aeropuerto J Chávez International; hora de llegada: 11.30 hora local (dos horas menos que Chile). La duración del vuelo 3 horas con 45 minutos.
La verdad sea dicha, pues el primer vuelo de conexión rumbo a Caracas (Venezuela) no era más que 1 hora. El vuelo LAN Perú LP564 salí a las 12.30 del mediodía con una duración estimada de 4 horas y llegaba al aeropuerto Simón Bolívar según plan de vuelo.
Lo primero curioso al llegar a Venezuela fue que tuve que modificar mi reloj 1 hora y 30 minutos exactamente.
El periplo solo había empezado y es que mi tercer y último vuelo destino Barcelona salía a las 20.20 de la noche, lo que sin necesidad de ser ningún cerebrito, me quedaban más de 3 largas horas de espera en un aeropuerto que debo confesar, no es ninguna maravilla.
Aquí haré un pequeño paréntesis para pedirle a Armando que no se moleste conmigo, que no tengo nada personal con su hermoso país, solo que el aeropuerta deja mucho que desear. Verdad pinche de cocina!??!
Nada, que llegué a las 21.00 de la noche a mi lugar de destino y de allí la grata sorpresa que el transfer que nos debiera esperar con el clásico letrerito con tu nombre imposible de ver po la multitud de transfers y letreritos que adornan las salidas del aeropuerto no estaba.
Allí tuve la sensación de que algo no estaba bien, pues si nadie sabía de nos esperaba, el hotel sabría de nuestra llegada?!?!
Después de camelarme a una chica que esperaba a gente de SAP para que nos llevara al hotel, pisamos nuestro destino final a las 22.00 de la noche. Cansado, ambriento y aun por recibir nuestra última sorpresa de la noche. Mis sospechas eran correctas, pues la reserva para la noche del 23 no existía y el hotel estaba a tope.
Tuve que pelear con la organizadora del evento de SAP, con la responsable de la agencia a cargo del evento y hablar con el Gerente de turno para conseguir una habitación pasadas las 23 horas y poder comer un sandwich continental metido en la cama cuando el reloj marcaba medianoche.
A todas aquellas personas que creen que viajar por trabajo es un placer: ESTAIS MUUUUUUUUUY EQUIVOCADOS!!!
PD: Mañana será otro día..... Espero.
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